Hablar de Manuel Nadal de Uhler es hablar de mar y de vela.
Toda su vida ha estado vinculado al mar desde su infancia en Mahón hace ya unos cuantos años, cuando se iba a pescar con su abuelo o con su padre en un pequeño llaüt hasta su actual desempeño como comodoro del Club de Mar Mallorca. Manuel Nadal es el alma que está detrás cada año de esa exhibición infinita de amor por la vela que es la Regata Illes Balears Clàssics, cuyo objetivo primordial es lograr esa comunión perfecta tan difícil de alcanzar que funde historia, belleza y deporte.
-¿Su afición a la vela viene por tradición familiar?
-Bueno, en Mahón se vive siempre de cara al mar. Yo me iba a pescar con mi abuelo o con mi padre en un pequeño llaüt. Luego ya me aficioné a la vela. En Menorca, en aquellos tiempos y siempre, lo que primaba era el Snipe y fue como empecé a navegar con amigos, así que se puede decir que empecé por tradición familiar pero también por afición al deporte. Mi abuelo y mis tíos eran oficiales de la Armada. Mi abuelo era astrónomo de la Armada, en el Observatorio de San Fernando, en Cádiz. Así que me enrolé porque me gustaba todo lo relacionado con el mar. En la Armada afiancé mi afición por la vela porque en la Escuela Naval se navegaba mucho a vela entonces.
-¿En qué especialidad desempeñaba su labor en la Armada?
-En guerra de minas, que era lo que había aquí en Palma y lo que a mí más me gustaba. Pasé por varios barcos como el Tritón, Navia, Eume, el Intrépido en Cartagena, que era un destructor, y volví a Palma ya como comandante del dragaminas Ebro, como teniente de navío. Luego ascendí a capitán de corbeta y estuve en el Estado Mayor aquí en Palma. Hacíamos maniobras por Francia, Italia, Malta y Portugal, entre otros sitios.
-¿Tuvo la oportunidad de navegar en el buque escuela de la Armada, el Juan Sebastián Elcano?
-Claro. Estuve un año como alumno. Tengo un gran recuerdo. Yo lo pasé muy bien. Mi viaje fue por el Atlántico. Estuvimos en Sierra Leona, Martinica en el Caribe, en Puerto Rico, Miami, Nueva York, Halifax, en Canadá, en Londres, en Le Havre, en Francia. Lo que más nos gustaba a los alumnos es que hubiera temporal, porque cuando había mal tiempo no había clases. Solo había guardias y descanso. Nos gustaba mucho subir a los palos. Era muy interesante. Cuando te acostumbras no es tan complicado como parece.
-¿Cómo fue su paso de la Armada a la vela deportiva?
-En un principio iba a dejar la Armada de manera provisional para dirigir la escuela de Calanova cuando la inauguramos en 1976. Allí me quedé hasta 1983, cuando me nombraron director general de Juventud y Deportes de la comunidad autónoma con Gabriel Cañellas, en el primer gobierno autonómico. Permanecí tres años como responsable de todo el deporte en Baleares.
-¿Le gustó la experiencia política?
-La parte política la verdad es que no. Técnicamente sí. Fue una experiencia bonita. Me gusta el deporte de toda la vida y había muchas cosas por hacer. Empezábamos de cero prácticamente. Hicimos muchas cosas. Pero muchas veces hay que tomar decisiones políticas y no técnicas. Yo no era entonces ni he sido nunca de ningún partido político. Ya por entonces chocaba la parte política con la parte técnica.
– ¿Qué camino tómo después de abandonar de la política?
-Me dediqué a la náutica deportiva como profesional. Con mi amigo Chema Sans monté una empresa de organización de actividades náuticas, regatas, simposiums. En plan aficionado participaba en regatas, también como juez. Llevábamos la Copa del Rey, el Sofía, la Breitling, el primer simposium de puertos deportivos en el Auditorium, la Vuelta a España a Vela, campeonatos del mundo y de Europa… También formé parte del Desafío Español a la Copa América de 1992.
– ¿Y a través de esos eventos fue como contactó con el Club de Mar?
-Sí, trabajé con el Club de Mar para la organización de algunas regatas y a partir de ahí me ofrecieron que me incorporara a la Junta Directiva aquí como comodoro hace 14 años.
-¿Comenzó entonces la Illes Balears Clàssics?
-Antes existía la Regata Illes Balears en el Club de Mar. Cuando llegué yo la convertimos en la regata de clásicos, la Illes Balears Clàssics. Primero la llamamos Clásicos Club de Mar y un par de ediciones después pasamos a denominarla con su nombre actual: Illes Balears Clàssics.
-Fue entonces cuando se dio un gran impulso a la vela en el Club de Mar.
-Bueno, mi pasión es por la vela en general. En el club, una de las primeras cosas que me encomendó el presidente, Borja de la Rosa, fue montar la Escuela de Vela. Compramos Optimist, Laser, neumáticas, buscamos instructores y la pusimos en marcha. Dos o tres años después introdujimos el piragüismo.
-¿Se sigue viviendo de espaldas al mar en Mallorca?
-En mi opinión, no. Podía ser así cuando empezamos con Calanova hace 30 años. Pero hoy en día hay mucha actividad náutica. Todos los clubes tienen ya medios, escuelas y equipo de vela, barcos y monitores. Lo difícil es dar el paso siguiente porque en los últimos años la vela de competición se ha profesionalizado mucho.
-En ese aspecto, las regatas de barcos clásicos son diferentes…
-Las regatas de barcos clásicos son distintas, sí. Las tripulaciones no son profesionales, sino aficionadas. Son tripulaciones de familias, amigos. El ambiente es muy distinto. Luego hay que valorar que estas regatas sirven para conservar este tipo de barcos que se han ido quedando anticuados desde el punto de vista técnico pero que tienen unas condiciones de construcción y una belleza que hay que evitar que se pierdan. Aparte de eso, nosotros estamos muy interesados en que las regatas tengan un cierto rigor técnico, que no sean un paseo por la Bahía.
-¿Cómo se presenta este año la regata?
-Las inscripciones van bien de momento. Ya tenemos algunos barcos nuevos, que no habían venido nunca, como el Sea Lion portugués, el Mary inglés o el Nerissa, que es español. También han confirmado ya su asistencia barcos que ya han ganado la regata en otras ocasiones como el argentino Cippino o el uruguayo Fjord.
-Para 2024 está prevista una Illes Balears Clàssics especial ¿verdad?
-Sí, coincidiendo con la reinauguración del club. Queremos que vengan los grandes barcos clásicos, los clase J, los clase Hispania, los que en inglés se conoce como Big Boats. Esperamos conseguir una gran participación para una ocasión especial. Ya a principios de los años 70, la inauguración del Club de Mar se celebró con una gran regata: el Campeonato Internacional del Mediterráneo, que luego se convirtió en el embrión de lo que después fue la Copa del Rey.
-¿Aportará algo para la preservación de los barcos clásicos la reciente aprobación del Reglamento de Barcos Históricos por parte del Ministerio?
-Puede aportar si luego el desarrollo es como es debido. Está la ley pero lo importante serán los reglamentos que la desarrollen: que haya ayudas para atraques, para gastos de mantenimiento… El nuevo reglamento es una herramienta que puede ser muy buena, pero habrá que ver cómo se aplica.