Jon Ander Arambalza, un aventurero extremo en el Club de Mar

El deporte en su más alta expresión, el reto de la aventura, la tenacidad para ser capaces de afrontar el sufrimiento máximo y de superar a cada paso los propios límites. Esto es lo que convierte a Jon Ander Arambalza en un referente en el ámbito mundial de los denominados deportes extremos.

Jon Ander forma parte de la sección de piragüismo del Club de Mar-Mallorca desde hace ya un lustro. Buscaba un sitio en el que poder entrenar con su kayak y su mujer le apuntó al equipo del club. Ahora tanto él como su hijo de diez años forman parte de la sección. Habitualmente trabaja en Palma como coach personal trainer en multitud de disciplinas deportivas.

Jon Ander es uno de los cuatro integrantes del equipo Torpedo VidaRaid de Raid de Aventura que en la actualidad es el número 1 en el ránking mundial de este deporte. El Raid de Aventura consiste en competiciones que pueden prolongarse durante siete u ocho días en los que los equipos tienen que completar una serie de ocho o nueve etapas que transcurren por parajes repartidos por todo el mundo tan inhóspitos como montañas heladas en Alaska o en Canadá o intrincadas selvas en Panamá o Brasil.

Durante la competición alternan carrera, mountain bike y kayak en los denominados pack-raft, unas piraguas hinchables portátiles en su caso de dos plazas. Sin embargo, también hay tramos con rafting o escaladas o descensos con cuerdas. En cada etapa tienen que cubrir una ruta que a veces se prolonga durante dos o tres días y atestiguar que en el camino han pasado por unos puntos prefijados antes de llegar a la meta final. Todo esto es en sí un reto físico al alcance de muy pocos. Sin embargo ¿puede ser todavía más difícil? Sí, puede ser, porque el problema es que para afrontar esa gran aventura su única herramienta de orientación es una brújula y un mapa. Los GPS o cualquier otro tipo de dispositivos electrónicos de orientación están absolutamente prohibidos.

Gana el más rápìdo, el que menos descansa y el que mejor se orienta pero, sobre todo, en el Raid de Aventura, lo que marca la diferencia es la capacidad de resistencia y sufrimiento. Jon Ander ha regresado a Palma hace unos días después de la primera prueba del año de la liga mundial de esta disciplina deportiva, que se disputó en Panamá. Así nos explica cómo se puede afrontar un reto como los raid de aventura: “Primero te tiene que gustar sufrir, porque la base de estas carreras es sufrimiento desde el minuto uno y hasta el final. ¿Luego compensa? Sí, es difícil de explicar porque a cada uno le engancha de una forma diferente pero la esencia es la misma: es una forma de vida, unas vivencias únicas en las que compartimos aventuras con compañeros, pasamos por parajes que sería imposible conocer de otra manera y, lo más importante: el vaciado mental que tienes en estas pruebas es único”.

Sin embargo, estas experiencias extremas suponen asumir un importante riesgo: “En Alaska tuvimos un accidente grave con rescate. Nuestro compañero Marco se cayó por una grieta en el hielo en un glaciar cuando se rompió un puente de nieve y tuvimos que evacuarlo a un refugio de emergencia”. “En otra ocasión” – recuerda Jon Ander, en un mundial en Brasil, en Pantanal- “en una etapa que debía durar de 20 a 25 horas, nos perdimos y tardamos dos días y medio, perdidos, sin comida, con un compañero enfermo, siempre con agua hasta la cintura. Finalmente encontramos una granja aislada y nos dieron de comer lo poco que tenían, un poco de arroz, leche, dos mangos y unos plátanos”. Sin embargo, cuando solicitaron el rescate, la organización les avisó que se demoraría días, así que sacaron fuerzas de flaqueza y el compañero enfermo logró reunir las fuerzas necesarias para que el equipo pudiera ponerse en marcha de nuevo. Al final, acabaron la etapa en tercera posición, aunque la organización les relegó al cuarto puesto por haber solicitado el rescate. Todo un ejemplo de ser capaces de sobreponerse a las adversidades y de superarse cuando todas las circunstancias se ponen en contra.

Jon Ander considera que todo ese sufrimiento, pero también esa enseñanza y esa capacidad de adaptación y de estrategia, se convierte en una escuela de vida: “Todo lo que has puesto en práctica en la competición, luego lo aplicas en la vida real, en tu familia, en el trabajo, en todo. Cuando te surge un problema en carrera solo tienes una posibilidad: solucionarlo por tus propios medios”.

La importancia del grupo es esencial en el Raid de Aventura. Por este motivo, los cuatro integrantes del equipo tienen que ir juntos. Si uno está mal, retrasa a todo el equipo y si uno se retira, el equipo queda eliminado. A pesar de todas las dificultades que les han asaltado en los 15 años que llevan en la competición Jon Ander solo recuerda que su equipo se haya retirado en dos ocasiones. “Aparte de la de Alaska, en otra ocasión una compañera tuvo una deshidratación tan extrema que tuvimos que abandonar; finalmente cuando regresó a su país tuvo incluso que someterse a diálisis”.

El peligro está ahí permanentemente, pero casi siempre la experiencia, e incluso a veces la suerte, les ha permitido seguir adelante: “En una ocasión cuando íbamos en bicicleta vi caer delante de mí por un puente a mi compañero Urchi desde unos cinco metros de altura a un río que no debía cubrir ni medio metro”. Al final se han acostumbrado en algunas zonas a la presencia de serpientes: “Normalmente solo hay que ir con cuidado para no molestarlas porque suelen huir, pero a una de ellas le dio por perseguirnos”, cuenta Jon Ander, “también hemos nadado con caimanes, la primera vez en Costa Rica en 2010, luego con la experiencia, sabes que mientras no invadas su espacio no suele haber problema. Con los años aprendes a conocer, a saber integrarnos y a respetar la naturaleza”.

No es exagerado decir que el Raid de Aventura es más que un deporte. Es una experiencia extrema que permite a sus practicantes integrarse en un medio desconocido, descubriendo paisajes que es difícil que nosotros contemplemos jamás y, ante todo, viviendo situaciones que les obligan a improvisar rápidamente soluciones eficaces para problemas radicales que somos incapaces de imaginar. Un gran reto que solo pueden abordar personas con una preparación física y psicológica privilegiada. En el Club de Mar Mallorca tenemos la suerte de contar entre nosotros con Jon Ander Arambalza, una de esas personas.

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